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Una ‘Gran Prejubilación’ empieza a estrangular al mercado laboral estadounidense

Estados Unidos está considerado como uno de los mercados laborales más dinámicos del mundo, pero desde la pandemia se ha convertido en un auténtico enigma. Con una tasa de paro del 3,7%, se puede hablar de pleno empleo, y una sorprendente tensión entre oferta y demanda de trabajadores; se ha convertido, de repente, en uno de los mercados de trabajo más calientes del mundo y en un quebradero de cabeza de la Fed, por su repercusión en los salarios y los precios. Cuatro años después de la irrupción del Covid, todavía persisten tendencias que debían haber desaparecido, o por lo menos, atenuarse. Las prejubilaciones de trabajadores mayores de 55 años continúan siendo muy elevadas, bloqueando que la mano de obra disponible recupere los niveles previos a la pandemia.

La voz de alarma la lanzó la Reserva Federal de San Luis hace dos años. Un artículo firmado por Miguel Faria e Castro alertaba de un „exceso” de jubilaciones respecto a las previsiones que cifraba en 2,4 millones de retiros. La causa era, a su juicio, el impacto de la Covid, que precipitó la decisión de muchos trabajadores de abandonar el mercado laboral. Este fenómeno se vinculó al récord de dimisiones que por entonces empezaba a registrar el mercado laboral y que fue bautizado con el mediático nombre de la Gran Dimisión.

Pero los datos disponibles apuntan a un escenario mucho más sombrío: una ‘Gran Prejubilación’ que está expulsando sin relevo a los empleados de más de 55 años del mercado laboral, lo que está presionando para que el mercado de trabajo siga recalentado.

Pero mientras, dos años más tarde, las renuncias de trabajadores a su puesto de trabajo han vuelto a niveles de 2019, como hemos contado en elEconomista.es, las jubilaciones siguen disparadas. De hecho, Faria e Castro actualizó su análisis a finales de 2023 para llegar a la misma conclusión: el exceso de jubilados sigue en los 2,4 millones. Aunque ya no puede considerarse un efecto puntual de la pandemia.

Que las jubilaciones efectivas superen las previstas es un problema, en primer lugar, para los sistemas de Seguridad Social que llevan años preparándose para el retiro de los trabajadores de la generación del baby boom. Este inesperado repunte pondrá a prueba la sostenibilidad de estas prestaciones, e inquieta incluso a un país con un elevado papel del ahorro privado como Estados Unidos.

Sin embargo, hay otra derivada que no suele tenerse en cuenta en estos análisis: que lleve al mercado laboral a un punto en el que la salida de trabajadores es muy superior a su entrada. No es solo una cuestión contable, ya que este cambio en la pirámide demográfica no afecta solo a al pago de las nóminas, sino también al corazón de la capacidad productiva de la primera economía del mundo: su mano de obra.

Bajo este prisma, el eufemismo que la Fed y otros analistas suelen utilizar para referirse a esta tensión, la „fortaleza” del mercado laboral pasa a ser una debilidad que los datos más recientes revelan como cada vez más preocupante. Porque la raíz de esta Gran Jubilación no está en los que superan la edad ordinaria de retiro, sino en los que los anticipan la salida definitiva del mercado laboral. Es decir, una Gran Prejubilación que se traduce en pleno empleo en el país no se debe tanto a la buena marcha de la economía como a la falta de trabajadores.

La mano de obra no se recupera

Las últimas cifras de empleo publicadas por la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS por sus siglas en inglés) revelan que la tasa de actividad de los estadounidenses, es decir, el porcentaje que forma parte de la fuerza laboral, ya sea porque tienen trabajo o porque lo están buscando, se situaba en enero en el 62,5%. Es un dato que queda por debajo del 63,1% que se alcanzó en enero de 2020, justo antes del estallido global de la pandemia.

Aunque pueda parecer una diferencia pequeña, el análisis de un mercado laboral tan tensionado como el estadounidense no puede ignorar el peso de unas décimas. Y en este caso resulta sorprendente porque pone en duda el vigor del empleo en Estados Unidos.

Al contrario de lo que ha ocurrido en otros países, como España, los niveles de trabajadores en edad ‘prime’, es decir, entre 25 y 54 años, parecían haberse recuperado tras la pandemia, un buen dato, pero que no encaja con la más modesta evolución de la tasa general.

La explicación está en las entradas o en las salidas del mercado laboral. A los buenos datos de empleo se puede llegar por una recuperación de la ocupación o a una caída de la población disponible para trabajar. Si nos fijamos en la tasa de actividad de los menores de 25 años. Los datos son también positivos, si bien no tanto como los de la franja prime. Esto supone que los más jóvenes no han renunciado al mercado laboral (ya sea porque aún no han terminado su formación o por desánimo).

Una tendencia positiva para un mercado laboral preocupado por el relevo generacional y que también apunta que la debilidad de la mano de obra no se debe a los trabajadores más jóvenes; aunque hay que tener encuentra que estamos hablando de tasa de actividad, no de números absolutos. Es decir, que la incorporación de nuevos potenciales trabajadores no tiene por qué compensar la salida de otros de mayor edad.

Y aquí pasamos al otro grupo de activos ‘no prime’: los mayores de 55 años. Y su tasa de actividad arroja una cifra que confirma los pronósticos de la Fed de Saint Louis: su tasa de actividad sigue muy debajo de la tasa que registraban antes de la pandemia. Algo que confirma el impacto de los retiros anticipados.

Aunque el retiro de mayores se considera algo normal, e incluso positivo porque permite dar entrada a los nuevos, en un escenario de caída de la demografía no lo es. No sólo por su impacto en pensiones, sino porque lastra a la evolución de la actividad económica. Y los datos de Estados Unidos son un buen ejemplo.

Este anticipo de las jubilaciones no solo supone un coste elevado para los sistemas de Seguridad Social. También recorta la disponibilidad de la mano de obra. Así, aunque los jóvenes y no tan jóvenes tengan una buena disposición a entrar en el mercado laboral, si el panorama le invita a anticipar su retiro, convierte la fortaleza del empleo en un mero espejismo.

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