A menudo se asocian las elecciones europeas a la política nacional de cada país. Sin embargo, la UE traza su agenda estratégica con dos retos de gran calado el próximo 9 de junio: una histórica ampliación hacia el este y la financiación en defensa. La invasión militar rusa de Ucrania supuso un revulsivo para un proyecto de adhesión de nuevos socios que llevaba años aletargado. Tres nuevos países: Ucrania, Moldavia y Georgia se unieron a la lista de aspirantes a formar parte del club comunitario. Los Balcanes occidentales, largo tiempo en estado de países candidatos, no han dudado en mostrar su sensación de injusticia. La guerra a las puertas de la UE aligeró las conversaciones para ampliar los socios del bloque: Montenegro y Macedonia del Norte tienen más números de entrar a formar parte del club antes de 2030. A la vez, la UE se enfrenta a la dicotomía de impulsar su defensa con unas necesidades de financiación de 100.000 millones de euros.
La ampliación hacia el Este se despierta. La factura de incorporar nueve países a las filas comunitarias se elevaría a 256.000 millones. El cálculo tiene en cuenta la cifra a sumar al presupuesto comunitario a siete años, de unirse, además de estos tres nuevos candidatos, los aspirantes de los Balcanes occidentales: Albania, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Turquía.
Solo la adhesión de Ucrania requeriría una partida adicional 186.000 millones de euros en el presupuesto comunitario de siete años, según los cálculos del secretariado del Consejo de la UE. No obstante, la cifra estimada por el think tank Bruegel es relativamente inferior. Se prevé que el coste de la adhesión de Ucrania sería de 136.000 millones de euros en siete años.
De los nueve países candidatos a formar parte de la UE, sería Ucrania recibiría el grueso de esa financiación adicional. Por tanto, su incorporación al bloque es la que tendría un mayor impacto en términos de presupuesto comunitario. „La población conjunta del resto de países no suma la mitad de la población de Ucrania”, explica el economista de Bruegel Zsolt Darvas. „Los Balcanes occidentales juntos costarían al presupuesto unos 4.000 millones al año como miembros de pleno derecho„, añade el experto de Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), Michel Emerson.
El coste de Ucrania
La adhesión de Ucrania, según el estudio elaborado por Bruegel, tendría un impacto mínimo en la distribución entre contribuyentes y beneficiarios del presupuesto de la Unión Europea. Beneficiarios netos como Hungría, Bulgaria, Letonia, Lituania, Grecia, Rumanía, Polonia, República Checa, Eslovenia y Malta, se enfrentarían a reducciones en los pagos que serían menores si se comparan con el recorte al que ya se enfrentaron en el anterior periodo presupuestario, 2014-2020.
España sería el único Estado miembro que pasaría de ser un beneficiario neto del presupuesto comunitario a un contribuyente neto. Según un estudio elaborado por el think tank CEPS y Centro Internacional para Defensa y Seguridad. Si Kiev entra a formar parte de la UE, España pasaría a tener un saldo negativo de 1.100 millones, frente al excedente positivo de 494 millones del que se beneficiaba en 2022.
Ucrania se haría con 32.000 millones de euros en fondos de Cohesión y 85.000 millones de euros en fondos de la Política Agrícola Común (PAC). De hecho, son las partidas que más impactadas se verían a nivel europeo por la adhesión de Kiev. Como contrapartida, el país contribuiría con 14.000 millones de euros al presupuesto comunitario, según las estimaciones de Bruegel.
Los plazos
La perspectiva de una ampliación a corto plazo se difumina. Para empezar, que Ucrania haya entrado en el juego evidencia un doble rasero respecto a los años que cuentan los países de los Balcanes occidentales como eternos candidatos. Pero es que además Ucrania, Moldavia y Georgia tienen por delante mucho trabajo por hacer para cumplir con los estándares de la UE en relación con criterios de Estado de Derecho o corrupción.
„Las esperanzas de que Ucrania y otros países puedan unirse pronto es poco realista”, aseguró Zsolt. No ayuda a la adhesión las escasas posibilidades de que los Estados miembro acepten en su seno a un país en el conflicto con Moscú.
Montenegro es el país mejor situado para unirse en primer lugar a la UE. „Sus notas bastante buenas tanto en los criterios económicos como en los políticos”, aclara Emerson. Lo más importante es que para este país no existe ningún factor de bloqueo político evidente, como en el caso de Serbia o la guerra en curso en Ucrania. Montenegro es también el Estado más pequeño por población. Ampliaría la frontera de la UE desde Croacia.
También Macedonia del Norte podría unirse al club comunitario en ese horizonte de 2030 que dibujaba el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel. „Sus indicadores de gobernanza o corrupción se sitúan en mejor lugar que los de Serbia o Kosovo”, analiza Zsolt.
Lo cierto es que la ampliación de la UE no es plato de gusto para todos sus Estados miembro y su coste es el principal argumento que esgrime la extrema derecha para evitar avanzar en esta dirección. Ponerle fecha a la ampliación es difícil, asegura Emerson. „Por un lado, los líderes de la UE son muy reacios a aceptar nuevos Estados miembro, dados los problemas generados por Víktor Orbán en Hungría. Por otro lado, la guerra en Ucrania ha creado un nuevo imperativo geopolítico para la ampliación”.
El ex primer ministro italiano Enrico Letta también ponía el foco en la futura ampliación en su informe sobre competitividad. Su propuesta pasa por crear un fondo común para evitar los desequilibrios que la unión de nuevos países pueda generar. Letta apunta que el proceso no debe ser percibido como una amenaza para los fondos de Cohesión y agrícolas. Una reflexión con la que abría la puerta a una reforma de la política de Cohesión.
La adhesión gradual ha estado en el punto de mira de la Comisión Europea. Una fórmula por la cual los países candidatos vayan pasando a integrar ciertas partes del mercado único en lugar de una ampliación completa desde un inicio. Una idea que apoya Letta en su informe: „hay que encontrar un enfoque matizado, que facilite la extensión gradual pero significativa a los beneficios del Mercado Único a los países candidatos, salvaguardando al mismo tiempo la estabilidad tanto de sus economías como del Mercado Único”.
Una estrategia de defensa
La guerra en Ucrania puso patas arriba los preceptos de paz que encarnaba el proyecto europeo. Una unión de países emergía de la Segunda Guerra Mundial con la voluntad de asociarse primero en relaciones comerciales y luego económicas. Pero el conflicto bélico en Kiev ha puesto en guardia a sus socios. Especialmente vocales los del Este, advierten de la necesidad de reforzar la estrategia de seguridad y de defensa mientras elevan sus presupuestos para gasto militar. Y si este sector está llamado a convertirse en uno de los ejes de la próxima legislatura, el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton cifró las necesidades de financiación en 100.000 millones de euros.
El contexto destila urgencia. La UE debe impulsar su gasto en este sector para poder apoyar a Ucrania pero también debe elevar su producción industrial, explica el experto en defensa de la CEPS, Dylan Macchiarini. No en vano, el grueso de las importaciones del segmento militar proceden de Estados Unidos. Es por ello que el comisario galo se ha erigido como una de las voces que clama por más financiación para este sector. Sus 100.000 millones de euros le vinieron grandes a la primera Estrategia Industrial de Defensa que presentaba la Comisión Europea el pasado marzo con unos limitados 1.500 millones de euros.
La Alianza Atlántica ha visto como el gasto en defensa de sus socios ha registrado un revulsivo. Ese objetivo del 2% del PIB para este sector al que se comprometían en 2014 los miembros de la OTAN ha sido alcanzado por 18 países. Destaca Polonia, que supera a Estados Unidos en el gasto en relación al PIB. Le siguen Grecia, Estonia, Lituania, Finlandia o Letonia, esgrimiendo una causalidad entre el gasto en defensa y la cercanía a Rusia. Sin embargo, España entre los aliados que menos gasta en defensa, con un 1,24% del PIB. Por la cola solo se ve superado por Bélgica, que ha movilizado un 1,21% de su PIB y Luxemburgo, con un 1,1%.
„Europa está en peligro. Desgraciadamente, la paz no puede darse por sentada: la guerra está en nuestras fronteras”, advertía el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. El mensaje traslada otra lectura. La defensa será uno de los sectores que vertebrarán la próxima legislatura comunitaria y, para atenderle como es necesario, la Comisión Europea valorar crear la figura de un comisario de Defensa.
Recursos europeos
Detrás de la estrategia hay un dilema claro que resumía la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen en el debate de campaña esta semana: utilizar recursos nacionales o recursos europeos para incrementar esta partida. „Depende de nosotros decidir si queremos financiarlo de forma conjunta. Hay dos opciones para ello: contribuciones nacionales o nuevos recursos propios a nivel europeo”, introducía la alemana para, seguidamente, inclinarse por nuevos recursos propios.
Es aquí donde emerge el papel del Banco Europeo de Inversiones así como „fórmulas de financiación innovadoras” que se acercan, principalmente, a la emisión de eurobonos para financiar el gasto conjunto en defensa. Las necesidades de financiación, indicaba el candidato de Renew, Sandro Gozi, requieren claramente de eurobonos.
Lejos de dejar clara su aproximación del aspirante socialista, Nicholas Schmit, lanzó un mensaje de advertencia: „si no apoyamos a Ucrania, Rusia estará en nuestras fronteras. Transformará nuestra economía en una economía de guerra”. Mientras el candidato de la Izquierda, Walter Baier, optó por tácticas más diplomáticas para abordar a el conflicto que se alejen del gasto y despliegue militar.
Pero el debate de los eurobonos no dependerá únicamente de quien salga elegido al frente de la Comisión Europea. „Hay dos bloques en esta cuestión, algunos países son neutrales, como Austria, Malta o Irlanda„, aclaró Macchiarini. Además, no se trata únicamente de que los países frugales sean más reticentes que los del sur a emisiones de bonos sino que en algunos estados como Francia o España el gasto en defensa puede ser percibido como negativo, explica el experto. Una óptica que se basa en una menor percepción de que la guerra de Ucrania sea una amenaza.
Alemania, Francia y Polonia reclaman fondos para defensa
Los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Polonia suscribieron esta semana lo que han dado en llamar la agenda Weimar, una llamada a que la UE incluya en sus prioridades estratégicas para el próximo ciclo legislativo el sector de defensa. Abogan en el documento por impulsar la industria de defensa de la UE y aumentar las compras conjuntas de material militar. Los tres países también se comprometieron específicamente a impulsar la adhesión de Ucrania y Moldavia al bloque.
En principio, los tres países estarían a favor de una mayor coordinación en la compra de equipo para aumentar la capacidad de defensa, explica el experto de Bruegel Guntram Wolff, para internalizar esta producción que actualmente está externalizada en Estados Unidos. Sin embargo, la idea de dedicar recursos en el presupuesto de la UE para defensa es muy compleja y requeriría de la creación de un ejercito a nivel europeo.
Por lo pronto, se ha hecho un llamamiento al Banco Europeo de Inversiones para canalizar más financiación al sector de seguridad y defensa. Lo que se ha requerido al brazo inversor de la UE es una revisión de sus políticas de préstamos para poder canalizar inversión hacia este sector. Si bien los estatutos del organismo presidido por Nadia Calviño impiden financiar armamento y munición, se abre una importante posibilidad con los proyectos de uso dual, es decir, con fines civiles y militares. Por contabilizar, en enero el brazo inversor de la UE dispuso una partida de 175 millones de euros para tecnologías disruptivas en el ámbito de defensa.