En un año en el que la economía mundial ha sido capaz de esquivar el frenazo que se llevaba meses anunciando y la recesión que muchos analistas esperaban para 2024 parece ya fuera de la mesa, las tensiones en la zona euro están llegando por el frente político. El resultado de las elecciones europeas del pasado 9 de junio ha puesto en evidencia el descontento de los ciudadanos con los partidos tradicionales, y ha creado una crisis política en toda regla en Francia. Las elecciones de este fin de semana serán clave para el futuro de uno de los motores más potentes de la economía europea, y los mercados han dejado claro en las últimas semanas que no les gusta la situación económica de Francia, enormemente endeudada, ni tampoco cómo se está configurando el panorama político en el país.
En este contexto, el Banco Central Europeo cumple un papel esencial. En primer lugar, porque ha sido el gran comprador de deuda francesa (y europea) en los últimos años, y ha contribuido a mantener a los mercados en relativa tranquilidad. En segundo, porque, en caso de que las cosas se pongan realmente feas, será el encargado de salir al rescate de Francia. Hasta la fecha, el BCE se ha pronunciado y reconoce estar vigilante con la gran deuda del país galo. La gran pregunta es si el banco central se verá forzado a actuar en los próximos meses, y si cambiará el rumbo de su política monetaria debido a los acontecimientos políticos en Francia.
Los tres economistas y profesores, Juan Ramón Rallo, Daniel Lacalle y David Cano, han compartido su opinión del impacto que puede tener la actualidad política en Francia en la política monetaria de la zona euro, y coinciden en sus principales conclusiones: el BCE no tendrá que actuar, salvo que la situación se ponga muy tensa.
A día de hoy, el BCE ha dado el primer paso en un proceso de recortes de tipos que sentará bien a un país tan endeudado como Francia, pero, al mismo tiempo, no se puede olvidar el impacto negativo que tendrán las ventas de la cartera de renta fija que ya está llevando a cabo el banco central. Los dos ases en la manga que podría sacar el BCE, en caso de que la situación en Francia se torne dramática, son el programa de rescate (TPI) y la posible creación de una cartera de bonos estructural que ha presentado el banco central en los últimos meses.
No habrá rescate del BCE
Los tres economistas no creen que el BCE vaya a tener que echar mano del Instrumento de Protección de la Transmisión, el programa de rescate conocido como TPI. „No creo que vaya a ser necesario que el BCE se lance a comprar bonos franceses. Lo que haría será anunciar que, si hace falta, entrará, explica Juan Ramón Rallo. „Es probable que no haga falta ni siquiera que entre, ya que puede generar unas expectativas de que se estabilizarán las primas”, incide Rallo.
En opinión de Daniel Lacalle, „el BCE no debería intervenir”, ya que „se ha demostrado la inutilidad de hacerlo. El BCE ha bajado los tipos 25 puntos básicos y el mercado se ha comido completamente esa bajada„. Sin embargo, el experto, crítico con el BCE, reconoce que „como la independencia política del BCE es inexistente, es posible que lo haga. Pero el efecto sería inexistente: suplir el riesgo político con política monetaria no tiene sentido”, indica Lacalle.
Por su parte, David Cano descarta incluso que el BCE vaya a tener que utilizar su discurso oficial para reducir las tensiones en los mercados. „No creo que vaya a llegar a ese extremo, ni siquiera va a tener que utilizar la retórica”, explica.
El problema de fondo es que, a día de hoy, los principales partidos que se presentan a las legislativas francesas no parecen tener la intención de solucionar la grave situación fiscal que mantiene Francia en este momento. „Los dos bloques tienen un programa de abuso de déficit”, explica Rallo. „Si no hay mecanismos de control ni autocontención en Francia, que no se esperan, tendremos una posición fiscal francesa más complicada, que erosiona la credibilidad del conjunto del euro”, avisa Rallo.
„Todo lo que se presenta ahora en Francia en política económica es, más deuda, y más déficit. Ese es el problema de Francia: cualquiera de las alternativas es mala. Tienen que elegir entre mala, malísima, o peor”, explica Lacalle.
Cano destaca la necesidad de crear consensos para poder aplacar el principal riesgo de Francia. „El gran problema es su posición fiscal, con un déficit público elevado, un crecimiento del PIB débil y una deuda elevada. Esto, efectivamente, necesita reformas estructurales en la economía, y estas situaciones tienen que conseguirse con un consenso político. Ese es el gran reto”. reconoce.
Los expertos también debaten si la situación actual es similar a la que se vivió en la crisis de deuda europea de 2012, y si Francia se ha convertido ahora en un país con las mismas características que criticaba el Norte de Europa hace una década:”En cuanto a posición fiscal, Francia es un país del sur”, explica Rallo. „En cuanto a coyuntura económica, no. Francia está ahora en el peor de los dos mundos: está en la coyuntura económica del norte, de crecimiento raquítico en este momento, y en el sur, en cuanto a disciplina fiscal”, señala Rallo.
Francia está en el peor de los dos mundos: en la coyuntura de crecimiento raquítico del norte, y en la del sur en cuanto a disciplina fiscal”, explica Juan Ramón Rallo
Para Lacalle, „el problema es el mismo que en 2012. La idea que se repite constantemente de que ahora son los países periféricos la solución, y Francia y Alemania el problema, es de una miopía total. La situación fiscal de los países del sur no es mejor”, explica.
Cano, por su parte, considera que la situación tiene ciertos paralelismos, pero que no se puede comparar: „El problema de la periferia en 2012 era de débil solvencia de las entidades crediticias, déficits por cuenta corriente abultados, y en España, de burbuja inmobiliaria. Francia no los tiene ahora. Es un problema sin fácil solución, pero no es lo mismo. En resumen, no creo que el BCE vaya a intervenir, porque la situación no es tan complicada como en los años 2008 o 2012„, señala.