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El índice Ifo lo confirma: Alemania acaba un año decepcionante como ‘el enfermo’ de Europa

Está más que confirmado, Alemania rematará un año completamente decepcionante en lo económico como ‘el hombre enfermo’ de Europa. Este martes salió publicado el índice Ifo de confianza empresarial, el último que se publica este año y el resultado, como todos los indicadores que han salido durante el año, no es nada halagüeño. El indicador adelantado más importante del país cerró diciembre en 84,7 puntos, frente a los 85,6 del mes anterior.

Este último dato no ha hecho más que reafirmar el estancamiento, por segundo año consecutivo, de la economía más grande de Europa. Pero de media, la economía germana lleva estancada desde 2020. Apenas creció desde la pandemia.

El presidente de la entidad, Clemens Fuest, aseguró en una entrevista para Bloomberg Televisión que la economía alemana „está en recesión, por lo que no está cayendo de manera acelerada”. El experto confirma que „está estancada y lleva estancada mucho tiempo”. Fuest fue claro: „El foco de este estancamiento está realmente en la industria manufacturera, donde las cosas simplemente no están mejorando”, dijo.

Según reza el informe del instituto económico, el índice cayó „notablemente” en el sector manufacturero, como era de esperar. Las empresas están menos satisfechas con el negocio actual y sus expectativas „se nublaron significativamente”. Además, los pedidos „volvieron a deteriorarse” y las compañías ya han anunciado recortes de producción.

El sector servicios está siendo fundamental en esta etapa de parálisis económica. Aún así la demanda interna sigue siendo baja y en el mes de diciembre se ha deteriorado. „Esto se debió a las expectativas notablemente más escépticas de las empresas”, asegura el informe del Ifo. Aunque valoraron mejor la situación actual. „Mientras que el sector de la restauración registraba buenos negocios navideños, el sector del transporte y la logística está preocupado por los próximos meses”, reza el análisis.

El comercio marcó dos meses de crecimiento, pero en diciembre se cortó esta racha. Tanto en los negocios actuales como en las expectativas, las empresas se volvieron más pesimistas. „Principalmente impulsado por los mayoristas, pero los minoristas también están bastante descontentos”, destacan desde el Ifo.

Carsten Brzeski, jefe de Global de Macro de ING Economics explicó que „como se esperaba y como se experimentó en el pasado, el índice Ifo tiende a capturar eventos de corto plazo con cierto retraso. Los resultados de las elecciones estadounidenses y el colapso del gobierno alemán solo parecen haber llegado ahora a los altos ejecutivos alemanes”.

En cambio, entre los inversores hay cierto optimismo. El índice de expectativas del instituto ZEW subió a 15,7 puntos desde los 7,4 del mes anterior, más de lo que cualquier analista anticipaba.

„Con las elecciones anticipadas en Alemania y las expectativas resultantes de una política económica que fomente la inversión privada, así como la perspectiva de nuevos recortes en los tipos de interés, las perspectivas económicas están mejorando”, dijo Achim Wambach, presidente del Zew.

Esta misma semana, el Bundesbank (Banco Central de Alemania) confirmó en su boletín de diciembre la recesión en la economía alemana este año y un crecimiento pírrico para 2025. A diferencia de organismos como la OCDE, que preveían un crecimiento nulo para este año, la entidad estima una caída del 0,2% para este año del PIB y un crecimiento del 0% para 2025,f rente al 1,1% previsto anteriormente.

„La economía alemana no sólo se enfrenta a persistentes obstáculos económicos, sino también a problemas estructurales”, afirmó el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, con motivo de los resultados de este informe. A Alemania le aguarda un frío invierno, donde la economía empezará a recuperarse „lentamente” a lo largo de 2025, dicen los expertos de la entidad.

„El colapso del gobierno, junto con una larga serie de noticias y anuncios negativos de empresas alemanas icónicas, son solo algunas de las consecuencias de este estancamiento y el desacuerdo sobre la receta política correcta”, dijo Brzeski.

Para Nagel, el mayor factor de incertidumbre que asola la economía teutona, en estos momentos, es „un posible aumento global del proteccionismo”. Hay que tener en cuenta que Alemania vive de su industria y sus exportaciones, y los recientes anuncios de Donald Trump de imponer aranceles del 10% al 20% a los productos europeos hacen temblar los cimientos de su economía, puesto que el 10% de las exportaciones alemanas van al otro lado del charco, de las cuales la mayoría son automóviles.

Tanto los aranceles como los altos costes de la energía harían perder competitividad a la industria alemana, lo que provocaría una merma de la inversión por parte de las compañías en suelo europeo para llevarla a terreno estadounidense. „Si a esto le añadimos el reciente aumento de los precios de la electricidad y el consiguiente parón de la producción en algunas industrias, es difícil ver que la economía alemana no se vea atrapada en una recesión invernal”, aseguró el experto de ING.

La esperanza está puesta en las elecciones

Alemania está entrando en un camino de no retorno. Las elecciones anticipadas del 23 de febrero parecen ser el último atisbo de esperanza que le queda a la primera economía de Europa.

Los expertos apuntan a un escenario optimista en el que un nuevo gobierno „acuerde reformas estructurales, inversiones y una política fiscal más laxa”, apuntó Brzeski. Las encuestas sitúan a la alianza democristiana CDU/CSU, con Friedrich Merz, como primera fuerza, con el 31% de los votos y todo apunta a una posible Gran Coalición, ya que AfD (ultraderecha) tendría cerca del 18% de los votos, alzándose como segundo partido más votado, y los socialdemócratas de SPD, partido de Scholz, sería la tercera fuerza con el 17% del electorado. Teniendo en cuenta que el cordón sanitario sigue vigente, a aritmética parlamentaria no deja otra opción.

Asimismo, la clave también está en trabajar en una reforma del freno constitucional a la deuda. El conocido como Schuldenbremse, es un mecanismo de control de déficit estructural fijado en el 0,35% del PIB nominal cada año. Bajo el amparo de este precepto constitucional, la propia CDU llevó a la ‘coalición semáforo’ a la corte suprema Constitucional, cuya sentencia frenó 60.000 millones de euros del fondo para la pandemia que Scholz pretendía usar para reformar la industria. Esto fue lo que acabó de rematar a la economía alemana. Todavía no es seguro que si Merz toma la cancillería aplique una reforma de este mecanismo que muchos expertos consideran „caduco”.

Lo que Alemania necesita, actualmente, es acortar la brecha de inversiones que lleva parada desde 2020. „Solo para compensar la brecha de inversión acumulada durante la última década, Alemania necesitaría inversiones adicionales del 1,5% del PIB anual durante los próximos 10 años”, asegura Brzeski.

En este sentido, el Gobierno debería jugar bien sus cartas en el aprovisionamiento de bienes como las infraestructuras, la educación, la eliminación de burocracia o políticas fiscales más laxas que atraigan a la inversión privada.

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