El informe anual del Banco de España, publicado este martes, señala que desde la crisis financiera, España ha experimentado una disminución en la confianza y en la calidad institucional, un deterioro que parece haber sido más pronunciado que en otros países del entorno.
Según métricas como el Worldwide Governance Indicators del Banco Mundial o el Eurobarómetro de la Comisión Europea, en las últimas décadas se ha observado un deterioro en la confianza en las instituciones españolas y en la percepción de su calidad. Este declive habría sido más marcado que en otros países comparables.
El informe destaca que el marco institucional y, específicamente, la calidad de las instituciones y el grado de confianza que generan son determinantes fundamentales del crecimiento a largo plazo, según la literatura académica. A la luz de esta evidencia y de su importancia económica, el Banco de España enfatiza la necesidad de reforzar la calidad y la confianza en las instituciones españolas.
Por ejemplo, entre las dimensiones evaluadas por el Banco Mundial, existe margen para mejorar la calidad regulatoria en España. Esta deficiencia no solo afecta negativamente al tamaño empresarial y a la productividad de la economía española, sino también a la eficacia del sistema judicial.
Además, el organismo considera necesario impulsar la eficacia y la eficiencia de las Administraciones Públicas españolas, lo que podría contribuir a elevar la productividad y tener un efecto positivo en las decisiones de gasto, inversión e innovación del sector privado.
El informe anual destaca que las perspectivas de crecimiento de la economía española se mantienen relativamente favorables en el horizonte 2024-2026. A finales de 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) se situó alrededor de un 3% por encima del registrado a finales de 2019, tanto en España como en la Zona Euro, a pesar de la mayor contracción experimentada durante la pandemia en el caso español.
Sin embargo, en términos per cápita, el PIB en España estaba solo un 0.3% por encima de su nivel de finales de 2019, en un contexto de altos flujos de inmigración en los últimos dos años, por debajo de la media de la Zona Euro, que se encontraba un 2% por encima de su nivel previo a la pandemia.
El Banco de España ha advertido que la falta de convergencia hacia el nivel de renta per cápita del conjunto de la Zona Euro muestra la necesidad de abordar una serie de retos estructurales. Entre estos desafíos se destacan el bajo dinamismo de la productividad, los altos niveles de deuda y déficit públicos, la elevada tasa de desempleo estructural, especialmente en un contexto de envejecimiento de la población y transición digital, y las crecientes dificultades de acceso a la vivienda por parte de los hogares.
El organismo liderado por Pablo Hernández de Cos ha reiterado que abordar con éxito estos desafíos requiere el diseño e implementación de una estrategia integral de reformas ambiciosas y duraderas.
En este contexto, el programa Next Generation EU (NGEU) y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) representan una oportunidad única para aumentar la capacidad de crecimiento potencial de la economía española. No obstante, el Banco de España insiste en la importancia de una selección rigurosa de los proyectos de inversión financiados por el NGEU y una implementación ambiciosa de las demás reformas y hitos pendientes.